EDUCAR BIEN CON JUAN RUIZ

lunes, febrero 19, 2007

LA IMPORTANCIA DE LO QUÉ DECIMOS CUANDO VAMOS AL MÉDICO

Muchas veces no sabemos como es posible que haya niños en una consulta que nunca rechisten ante las “perrerías” que un médico les hace en la consulta, y otros, habitualmente tiernos y tranquilos, se conviertan en la niña del exorcista ante la mera visión de un depresor lingual o un fonendo. Muchos podrán argüir que puede deberse a la bata blanca o a la simple asistencia a una consulta, pero todo médico que haya echo visita a domicilio habrá visto los mismos resultados, incluso entre los miembros más pequeños de la familia propia, con lo que también queda descartado la atenuante de la confianza.

Es seguro que parte de la culpa es del médico, que si ya de por sí tiene que ser capaz de empatizar con un adulto para generar confianza, es mucho más importante esta característica cuando tratamos con niños, mucho más vulnerables.


Pero es también que los padres sean capaces ellos mismos de generar esa confianza a sus hijos. Si estos ven temerosos o nerviosos a sus papis ante la visita del médico esto se contagiará. Es más importante incluso lo que decimos. La famosa advertencia de “si te portas mal el doctor te pinchará” es casi sinónimo de que ese niño siempre, siempre verá al médico como un enemigo. Hay que intentar hacer desaparecer del vocabulario palabras como dolor, ya que predisponen a cerebros hiperactivos como los de nuestros pequeños a lo peor; también hay que demostrar confianza en el personal sanitario, saludándoles de manera amistosa ante el enfermo y hablando siempre bien del niño o niña, para que este refuerce su autoestima y lo quiera corroborar delante del médico, enfermera o dentista. Y siempre tratar con paciencia la enfermedad de nuestros hijos, ya que son pequeños y o son capaces de racionalizar como los adultos sus síntomas y sensaciones, con lo que siempre se rebelarán ante su situación, que ellos no entienden, incluyendo por supuesto la visita del médico.